El cilantro es un elemento casi fundamental de muchas culturas gastronómicas del mundo. Odiado por algunas personas, amado por otras, es un ingrediente que realza el sabor de las comidas en muchas recetas, como parte del proceso de elaboración o simplemente como hierba decorativa.
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Antes de decidirnos a conservar el cilantro de cualquiera de las tres maneras, es importante hacer una inspección para determinar si hay hojas en mal estado o rotas que vayan a echarse a perder más rápido. Una vez que tengamos un ramillete sano, lavado y secado con papel absorbente, podremos garantizar una óptima conservación.
Una de las maneras perfectas de conservar el cilantro fresco por más tiempo es a través del líquido básico y más natural de todos: el agua. Si pretendes consumirlo uno o dos días después de haberlo adquirido, puedes colocarlo en un recipiente donde los tallos y la raíz del ramillete queden sumergidos. Las hojas deben quedar secas y debes llevar el bote a la nevera.
Otro método para conservar esta planta ideal para realzar el sabor de las comidas es a través del papel de cocina o absorbente. En este caso, una vez que el cilantro esté lavado y seco, deberás envolverlo entre las hojas de este material y llevarlo a la nevera. También puedes aislar la hierba, introduciéndola en un recipiente.
Por último, otra de las maneras perfectas para conservar el cilantro fresco y que no se eche a perder rápido es a través de la utilización del congelador. Pero para este método debes dividir el ramillete en ramitos más pequeños, de esta forma solo sacarás la cantidad necesaria para alguna de tus recetas, evitando el desperdicio. Coloca esta hierba lavada y seca en un recipiente hermético y congela.