Las pastillas de caldo son aliadas ideales para cuando se dispone de poco tiempo para cocinar y se quiere consumir alguna sopa o simplemente darle más sabor a algunos platos. Pero con el correr de los años el contenido de este producto se ha transformado en tema de debate en la industria de la alimentación por sus ingredientes.
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El origen de la pastilla de caldo se remonta a 1840, en aquella época el químico Justus von Liebeg creó extracto líquido de carne. Luego el alimento avanzó en pruebas hasta transformarse en lo que hoy se conoce como cubo de caldo y las primeras marcas que lideraron el mercado provenían de Alemania y de Reino Unido.
En la búsqueda de los ingredientes en las etiquetas de los alimentos hay que tener en cuenta que aparecen enumerados desde el que está en mayor cantidad al que aparece en menor medida. En el caso de una de las marcas más populares de pastilla de caldo del país, el elemento que aparece primero es la sal.
Una pastilla de caldo tiene, luego de la sal, glutamato monosódico y almidón de maíz. En menor medida contiene aceite de palma y como último ingrediente está el pollo de corral, por lo que sería el elemento menos presente en este tipo de producto procesado. La información nutricional indica que no debe ser consumido a diario, si se quiere seguir una dieta saludable.
Para sustituir este tipo de producto procesado de la industria alimentaria lo ideal es recurrir a caldos caseros que se pueden congelar en cubiteras o utilizar especias para potenciar el sabor de las comidas. Pero la ingesta de las pastillas de caldo no debe ser recurrente ya que es un alimento que casi carece de nutrientes para el cuerpo, contiene grasas saturadas y en medio litro de agua aporta 1100 gramos de sal.