Los caracoles son un plato que no tiene a nadie indiferente, o los amas o los odias. Existe el tipo de gente que podría tener dolor de estómago con la sola idea de comerse un baboso y esponjoso caracol, y hay quienes los miran como un manjar para deleitarse todos los fines de semana en la mesa familiar.
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En algunas regiones de España los caracoles ya son parte de la cultura. Por ejemplo en Cataluña, los llamados escargots son un motivo de reunión y hasta tiene una época del año en la que las familias se juntan particularmente a comer caracoles. En otros sitios como Madrid, Sevilla y algunos sitios del País Vasco también se ha impuesto esta costumbre pero en menor medida
La época para cocinar este manjar es cuando van finalizando las lluvias excesivas de otoño y los caracoles se encuentran por todos lados. El dato positivo es que el caracol se podría considerar como un plato saludable y muy poco calóricos. Según dictaminan los análisis una porción de 100 gramos de caracoles contienen nada más que 90 calorías, por lo que determinará la verdadera ración de calorías será la salsa con la que hagamos el plato.
Cómo vamos a preparar el caracol. El primer paso es la limpieza excesiva, utilizando vinagre y agua repasamos todos los caracoles para poder desprendernos de la suciedad e impurezas que podría acarrear. Luego hay que separar lo que tengan la cáscara rota y quedarnos con los que estén en buenas condiciones y lavarlos en profundidad.
Existen dos maneras de cocinarlos, con concha o fuera de ella. Para retirar el caracol de la manera más sencilla hay que arrojar los caracoles al agua con sal y ellos solos saldrán de su concha. En caso de quererlos con conchas sencillamente hay que arrojarlos a una olla con 2 o 3 centímetros de agua junto con laurel y alguna hierba y dejar al fuego entre 10 y 15 minutos ¡Listo! Ya tienes tus caracoles listos para deleitarte.