Alrededor del vino hay todo un debate entre quienes consideran que la bebida tiene propiedades beneficiosas para la salud y otros que sostienen lo contrario. En el caso de Adrián Baranchuk, quien es presidente de la Sociedad Interamericana de Cardiología, su opinión es que consumir entre diez y doce copas de vino distanciadas en la semana, no es perjudicial para el organismo.
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El vino tiene un impacto particular en el organismo, sobre todo en el sistema cardiovascular. Los factores de la salud con los que se relaciona la ingesta de esta bebida son: la insulina, coagulación, tonificación y el depósito de colesterol. “Cuando se toma en pocas cantidades, estos cuatro factores son positivos”, menciona Baranchuk.
El impacto beneficioso que tiene el vino en la salud se da por el efecto de la vasodilatación y, por lo tanto, la disminución de los niveles de colesterol. En cuanto a la insulina, la bebida hace que mejore la sensibilidad del organismo a la hormona y contribuya a reducir los niveles de glucosa en sangre.
En cuanto a la coagulación, beber vino favorece la viscosidad sanguínea, es decir, contribuye a que sea más líquida y con menos posibilidades de generar coágulos que puedan ser letales para el corazón o el cerebro. Pero esta bebida también tiene sus efectos nocivos.
Cuando una persona bebe vino sin moderación, de forma constante, el impacto en la salud se describe en problemas de presión, accidentes cerebrovasculares, infartos y hasta cáncer de laringe. Pero algunos síntomas de que el organismo está procesando demasiada cantidad de esta bebida, generando enfermedades, se suelen manifestar primero a través del sistema digestivo. La cirrosis es uno de los diagnósticos que se termina haciendo efectivo frente a un consumo elevado o excesivo de bebidas alcohólicas como el vino.