Puede que la jardinería os parezca un asunto aburrido y muy pero que muy fastidioso, pero poneos a pensar un momentito: En un escenario apocalíptico, ¿Quienes son los que viven sin preocupaciones? Los que tienen huertos propios sin importar el tamaño, ellos sí que pueden sobrevivir largas temporadas sin pasar hambre. Afortunadamente no hay ninguna situación de emergencia como la de Covid-19, pero, nunca es tarde para comenzar un huerto en casa y no hay mejor manera de hacerlo que con un cultivo de ajos, seguid leyendo para aprender a sembrarlos en casa reciclando bidones de agua.
¿Qué necesito para cultivar ajos en casa?
El sitio web Terra nos dice que para tener ajos en nuestro huerto solo necesitamos bidones de agua que se hayan estropeado o ya estén muy viejos:
Materiales
- 1 bidón de agua con tapa
- 1 cabeza de ajo
Procedimiento
- Lo primero que tenemos que hacer para este proyecto verde es dividir el bidón en 3 partes iguales, podemos marcarlas con un plumón y en cada tercio trazaremos un círculo del tamaño de la tapa del bidón.
- Cuando hayamos trazado los círculos, los cortamos con ayuda de un cuchillo o cualquier objeto puntiagudo. Una vez que lo cortamos, cerramos el bidón y lo colocamos en el lugar donde deseamos comenzar el huerto. A continuación llenamos el bidón con agua.
- Ahora tenemos que preparar la cabeza de ajo, es un proceso algo mañoso pero lo que debéis hacer es retirar la mayor parte de cáscara sin separar los dientes de la cabeza y lo siguiente será cortar las puntas de cada uno de los dientes.
- A continuación colocamos las cabezas de ajo entre los círculos que hemos cortado, pero ¡Ojo! Tenemos que ponerlas boca abajo ya que por ahí comenzarán a salir las raíces. Debemos esperar algunos días hasta que se vuelvan fuertes y largas.
- Cuando estén lo suficientemente fuertes, podremos pasarlo al sustrato junto con las demás plantas del huerto.
Cuidados de la planta de ajo
Infocampo señala los siguientes cuidados de las plantas de ajo en nuestro huerto:
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- Esta especie es ideal para sembrar durante la primavera para cosechar sus frutos a finales de la estación más productiva del año. Se trata de un cultivo muy versátil pues podemos plantarlas en macetas de al menos 10 cm de profundidad o directamente en el suelo. El sustrato debe estar bien abonado y suelto, debemos incluir potasio y fósforo pues ayudan al ajo en su desarrollo. Es importante señalar que por cada diente de ajo sembrado saldrá una cabeza completa y tardan entre 2 semanas para germinar.
- A la hora de regar debemos ser muy cuidadosos pues el ajo tiende a pudrirse fácilmente por lo que, el riego debe ser de moderado a escaso en temporada de lluvias. Pero si estamos en una zona seca o pasando por una temporada de sequía, con un riego moderado cada semana será más que suficiente. Es muy importante que el suelo no se encharque y no debemos añadir abono en exceso. También es importante quitar las malezas que crezcan alrededor de los ajos.
- Un mes después comenzarán a salir tallos con una flor. Si dejamos que florezca, el ajo va a movilizar todos los nutrientes hacia la misma y “descuidará” el tamaño del bulbo por lo que, debemos cortarla. Entonces, con una mano sujetamos firmemente el tallo del ajo, para evitar que se desprenda del suelo y con la otra tiramos del tallo floral, éste último se va a cortar. Tendremos que hacerlo cuando el tallo alcance los 15 cm. Cuando las hojas hayan alcanzado una buena altura será hora de anudarlas ya que, necesitamos que las hojas se sequen y empiecen a movilizar nutrientes hacia el bulbo para que se desarrolle bien. La técnica consiste básicamente en hacer un nudo común y corriente en la base del tallo.
- Será a las dos o tres semanas de haber anudado el ajo, cuando se empiece a secar el tallo. Para sacar la cabeza de ajo sin dañarla basta con hacer “palanca” en el suelo a una distancia prudencial del cultivo. Le quitamos las raíces u hojas podridas y lo dejamos secando al sol durante dos días para evitar que se pudran más adelante. Cabe aclarar que si llueve, no debemos dejarlos bajo la lluvia, en cambio, los trasladamos a un lugar seco y los dejamos reposar sobre cualquier tipo de papel absorbente.