Probablemente, España sea uno de los países con el mayor nivel culinario del mundo. Lo siguen Francia e Italia, aunque según los que saben, un poco por detrás. Nuestra paella Valenciana, la fabada de Asturias o la tortilla de patatas de Navarra nos convierten muy probablemente en la envidia del mundo.
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Los problemas surgen cuando justamente, de otros países intentan copiar nuestras recetas clásicas sin tener los productos adecuados ni la capacidad de preparar un plato tal como es. Una experiencia particular le toco vivir a Alberto Chicote cuando viajó a Londres para grabar su programa de crítica gastronómica: “¿te lo vas a comer?”.
Sabemos que Chicote no se calla nada y esta vez le tocó en suerte o en mala suerte un restaurante en Londres. Fue así como en búsqueda de los Spanish Food el madrileño reaccionó ante la primera paella londinense que pidió en el puesto 'paellas del demonio': "¡Joder! ¡La virgen santa! Creo que no he comido un arroz peor que este en mi vida", dijo el chef.
Lo cierto es que al segundo puesto no le fue mucho mejor: "El arroz se ha quedado duro, la textura es plástico, no hay un sofrito base, no hay azafrán...". La cosa no comienza bien porque enseguida ve que hay botes de kétchup, mayonesa y chili para poder echar en el arroz. ”¿Esto para la paella? Al menos es opcional...”, dice.
Y redobla la apuesta nada más abrir la paella, Chicote observa: “Ya están los granos como saludando, así, abiertos. Completamente pasado y hecho una plasta. ¡Joder! ¡La madre que me parió!”. Tras los primeros 'fakes', decidió acudir a un restaurante donde se ofrece el popular plato español, atacando al jefe de cocina por su plato: "¿Esta es la paella valenciana? Menos mal que vives en Londres. Si vivieses en España te tendrías que esconder en un agujero".
Durante el programa, Chicote acudió a comer en otro restaurante un típico menú español que puedes encontrar en cualquier bar: fabada, croquetas, berenjenas empanadas y tortilla de patata: "¡La madre que me parió! No hay quién se la coma", dijo.
No contento con lo sucedido, decidió ver qué se podía hacer en caso de acudir a un supermercado de Londres y comprar directamente los alimentos, dándose contra la pared porque independientemente de su alto precio, los productos ni se acercaban en calidad a los que se pueden encontrar en cualquier mercado español: "Es infame. El sabor es desagradable. No sabe a España por ningún lado".