Las pecas son ni más ni menos que pequeñas manchas marrones o de color rojizo en la piel. Son mucho más detectables en épocas donde el termómetro natural tiende a mantenerse bajo, debido a la resequedad que se propicia en el cutis. A medida que el año avanza y pasamos de temperaturas primaverales a las estivales, la grasitud de los poros se hace más visible.
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El sol suele estar mucho más presente en los días de verano, por ello es muy necesario humectar la piel y protegerla de los dañinos rayos UVA y UVB, que pueden causar pecas en la epidermis. Si bien a simple vista parecen manchas naturales, tampoco hay que minimizarlas, porque nos pueden estar dando a entender que nuestro cuerpo se mantuvo demasiado tiempo expuesto a la luz solar.
Generalmente, las pecas son de carácter hereditario y comienzan a desarrollarse a temprana edad. Se disimulan mucho más en el invierno ya que tiende a ser la época del año en la que nuestro cuerpo recibe menos sol. La melamina es una sustancia natural que se observa en la mayoría de los seres vivos y la cual le otorga color al cabello, al iris del ojo y también a la piel.
Para evitar que el sol dañe nuestro cutis, es prioritario conocer cuáles son los horarios más adecuados para tomar broncearnos. Así podremos tomar los recaudos necesarios, sobre todo entre las 10:00 y las 16:00, cuando los rayos arrecian contra nuestro cuerpo. Además de mantener hidratado nuestro organismo también será necesario elegir un protector acorde al tipo de piel que tengamos.
La mejor manera de cuidarse de la aparición de pecas en nuestra piel es incluyendo a nuestra dieta habitual antioxidantes como el betacaroteno, el cual se convertirá en vitamina A para nuestro organismo, otorgando la melanina indispensable para una piel que tiende a producir pecas. Aumentar el consumo de ácido lipoico (se encuentra en brócoli, remolacha o zanahorias) será importante para mantener nuestra piel joven, ya que ataca a los radicales libres que la producen.