Las patatas son alimentos que muchas veces terminan siendo demonizados en algunas dietas, por contener almidones e hidratos de carbono. Lo que se deja de lado en ese casos, es el inmenso aporte de vitaminas y minerales que también proporciona este tubérculo y sobre todo su cáscara.
Te podría interesar
Nadie puede negar que la patata es un alimento muy versátil. Infinitas recetas y combinaciones pueden obtenerse con este tubérculo, ya sea como plato principal o como guarnición. Ingerirla aporta al cuerpo varios nutrientes: potasio, vitamina C y B6, fibra, manganeso e hidratos de carbono, fuente fundamental de energía del cuerpo.
Todas estas propiedades beneficiosas de las patatas, pueden verse afectadas si se cocinan de una u otra manera. Esto quiere decir que hay platos más saludables que otros con este tipo de alimentos. En el caso de que estés siguiendo un plan alimenticio que tenga como objetivo la pérdida o control de peso, existen dos maneras de preparar este vegetal para engordar menos.
Engordar menos hace referencia a que, por un lado, tienen menos calorías; por otro, que no pierden sus propiedades nutricionales con esa forma de cocción. Una de las mejores maneras de comer patatas para este objetivo es cocida y en temperatura templada o fría. Al cocinarlas con piel, conservas los nutrientes de esa parte del alimento y se traduce en más fibra para el organismo.
Además, la patata cocida conserva el almidón resistente, que tiene un vínculo directo con el bienestar del sistema digestivo, el control de la tensión arterial, la capacidad saciante y la absorción del resto de los nutrientes. Otra de las mejores maneras de comer este tubérculo es luego de cocinarlo en el microondas o al vapor. Las calorías siguen siendo menores que en otros procesos de cocción, evitas utilizar aceite y puedes conservar su cáscara.