El sistema inmunológico o sistema inmunitario es el complejo conjunto de células, órganos y tejidos de nuestro organismo que está encargado de identificar todo aquello que nos pueda afectar, para luego pasar a combatirlo hasta lograr la homeostasis. Si bien puede ser atacado por agentes patógenos (que provocan enfermedades) el daño también puede desencadenarse por causas internas, como por ejemplo células cancerosas.
Ante cualquier tipo de amenaza el sistema inmunológico dará batalla a través de sus escudos: la piel, el bazo, la médula ósea, las amígdalas, las membranas mucosas y el timo. Además, los ganglios linfáticos se encuentran a lo largo de todo el cuerpo y cuando se inflaman activan una “luz de alarma”, dándonos a entender de que algo extraño ha ingresado.
Existen alimentos que son rechazados por nuestro organismo, ya que provocan daños en sus órganos vitales. Es por ello que los especialistas recomiendan mantener altas nuestras defensas, como mecanismo de prevención ante enfermedades que puedan llegar a surgir. Es allí donde juega un rol preponderante nuestro plan alimenticio. Cuanto mayor calidad de alimentación tengamos más serán las barreras que las dolencias o afecciones deberán romper.
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En muchas ocasiones, solemos elegir alimentos que pueden parecer muy sabrosos o irresistibles, pero que también pueden provocar perjuicios a nuestro sistema inmunológico. Es de vital importancia poder discernir las comidas que pueden causar molestias, incluso desconociendo sus efectos posteriores. Muchas veces caemos en cama sin una causa aparente y omitimos que la enfermedad también puede haber sido causada por la debilidad de nuestro sistema.
La alimentación que elegimos suele determinar, en gran parte, qué inmunidad tendremos ante posibles males. Es por eso que los enemigos son los alimentos ultraprocesados. Si la sal se encuentra presente entre nuestros condimentos diarios, entonces existen más posibilidades de padecer enfermedades autoinmunes y por eso se recomienda disminuir su ingesta. Si bien las carnes rojas y el azúcar suelen estar en la mesa de muchas personas, debido a los beneficios que aportan sus nutrientes, es importante no excederse en su consumo. Llegada la adultez podremos reemplazar a los lácteos enteros por los productos descremados para tranquilidad de nuestro estómago. Por último, las grasas saturadas y trans resultan perjudiciales para el sistema inmunológico.