Tenemos en el inconsciente que todo lo que huele mal, se tiene que descartar rotundamente. En muchas situaciones, el olfato permite reconocer objetos y evocar recuerdos, pero también alerta de posibles peligros. Desde el punto de vista de la gastronomía y la alimentación, es fundamental para disfrutar de la comida, al tiempo que advierte del deterioro de los alimentos.
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Sin embargo, el olfato para los alimentos no siempre es el mejor aliado y a veces engaña: hay productos en mal estado que no huelen mal y auténticas exquisiteces que resultan apestosas para muchas narices. Por eso, consumir según los vencimientos es la mejor manera para no caer en una intoxicación.
Aunque te parezco alocado, hay alimentos deliciosos que huelen muy mal. Es la otra cara de la moneda de los alimentos que al olfato nos dan ganas de comernos todo. Los grandes ejemplos de estos alimentos feos al olfato pero muy ricos son, por un lado algunos quesos, especialmente los azules (Cabrales, roquefort y otros). Los hongos que sirven para que maduren estas variedades son los responsables de su color, sabor y olor.
También, Ciertos alimentos elaborados con pescado no son agradables al olfato como, el Surströmming, que es una especialidad gastronómica sueca a base de arenques fermentados que para muchas personas tienen un olor insoportable. Y por último, uno que huele muy mal es el durian es una fruta asiática que algunos califican como la más apestosa del mundo. Quienes se animan a probarla consideran que, a pesar de su penetrante olor, tiene un sabor delicioso.
En cualquier caso, que un olor sea desagradable o no depende también de diversos factores personales y culturales. El huevo duro, la coliflor y el hígado son alimentos que a algunas personas les huelen fatal, mientras que a otras no les molestan en absoluto.