El origen de la hamburguesa aún es discutido, pero tiene sus orígenes demostrados en la cocina de Estados Unidos. Desde la primera cadena de negocios vendedores de esta comida, como White Castle en 1920, pasando por McDonald's en 1940 y llegando a la actualidad con muchos otros conocidos como Burger King, estos discos de carne picada han conquistado el corazón y el estómago de millones de personas.
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No caben dudas de que a partir del siglo XX su consumo se potenció y la idea en torno a que es una comida rápida favoreció su elección a lo largo de todos estos años. La hamburguesa debe su popularidad a la sencillez en su proceso de elaboración y a la forma de elegir comerla. Entre panes, solo bastan las manos para disfrutarla. Pero es innegable que también es preferida por muchos al plato con ensaladas o guarniciones.
Si bien es una de las comidas rápidas más elegidas, no todos las prefieren iguales. Las hamburguesas pueden ser sazonadas con distintas especias, elaboradas con vegetales troceados diminutamente y cocinadas en distintos grados o puntos de cocción.
La cocción de una hamburguesa jamás puede realizarse de la misma forma que se hace con un filet de otra carne roja, ya que los discos de carne picada suelen ser menos densos y por lo tanto se cocinan más rápido. Pero el tiempo dependerá también del tipo de material en el que se depositen para adquirir calor, ya que tendrá distintas temperaturas: parrilla, hierro fundido o plancha de acero.
Para dar un consejo útil a la hora de cocinar hamburguesas, Sergi Ibáñez, CEO y fundador de Timesburg, mencionó algunos tips: “En nuestras parrillas la temperatura supera los 200º C, la piedra volcánica nos aporta un gran calor residual y permite tener una temperatura regular durante todo el proceso”. Según el portal Leo Noticias, el empresario además mencionó que los tiempos pueden variar, pero entre 8 y 10 minutos son suficientes para lograr “el punto de cocción” de un disco de carne vacuna picada. Tres minutos de cada lado es el tiempo estándar que suele tardar en cocinarse un medallón si el peso está entre los 150 y 200 gramos. En definitiva, según Ibáñez, lo que importa es la preferencia del cliente, pero si éste no lo aclara, se sirve rojiza por dentro y más oscura por fuera. De esta forma se potencia la textura y el sabor de los condimentos usados en la elaboración.