Además de los postres característicos de la fecha, a lo largo de los años ha ido creciendo el consumo de huevos de chocolate en el Domingo de Pascua. De sobremesa, con café o té, se presenta como una de las opciones más consumidas en varias partes del mundo.
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Según la tradición de épocas anteriores, se regalaban huevos comunes decorados. Los de chocolate surgieron con el correr de los años, a principios del siglo XIX en Alemania y Francia, pero en vez de ser ahuecados como los conocemos, eran macizos y tenían decoraciones modestas con florecillas de azúcar o con hilos de chocolate.
Al entrar el siglo XX, la repostería presentó avances y en materia de huevos de chocolate mucho más. El progreso y la innovación en tecnologías hicieron que estas delicias pudieran elaborarse de forma masiva, para muchos públicos.
El catolicismo hizo que se resignificara el hecho de regalar huevos, dándole su impronta religiosa, pero ya era frecuente obsequiarlos en el inicio de la primavera del continente europeo. “Vida nueva”, significa el huevo en el hemisferio norte, ya que coincide con el comienzo de la primavera y la noción de la fertilidad de la temporada. Por el contrario, en el hemisferio sur comienza el otoño y ese significado es inexistente.
Pascua también representa la “vida nueva”, la resurrección. Por este motivo, los creyentes católicos vincularon los conceptos y cada Domingo de Pascua o Domingo de Resurrección comenzaron a regalarse los huevos de chocolate, en vez de huevos reales decorados. En la actualidad, cada pastelería o chocolatería despliega todo su talento para hacer los huevos más deliciosos con ingredientes como cacao puro y leche, y las decoraciones son las que se lucen y pueden ser personalizadas.