Comida casera y sabrosa, ¿alguien puede resistirse? Si eres amante de la buena cocina hecha con el amor de una abuela, encontrarás el lugar indicado en el norte de la provincia de Salamanca, en el municipio de Ledesma. Es lo que llamamos “una verdadera casa de comidas”.
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No hace falta dar demasiadas indicaciones, ya que al nombrar la Fernandica todo el mundo sabrá cómo guiarte. Esta casa de comidas, que viene funcionando hace unos 150 años, no par de recibir halagos. No deja de ser una casa de pueblo, pero desde su brasero hasta la decoración de las mesas son un verdadero tesoro.
Claro que una casa de comidas digna se defiende con sus platos sobre la mesa. En este caso, antiguas recetas se han mantenido inalterables, en sabor y cantidad. Entre sus delicias podemos encontrar unas patatas meneas que se hacen a la brasa, unos tostones de cerdo inigualables, un clásico como la lengua estofada y una estrella del menú como el rabo de toro guisado con verduras. Todo regado con un buen vino, pero si no consumes alcohol, se disfruta igual.
La Fernandica tiene una particularidad en su centenaria historia, ya que no siempre funcionó como casa de comidas. Originalmente, tres generaciones atrás, empezó a funcionar como bar. Luego comenzó a funcionar como posada y fue allí donde empezó a cobrar fama en el pueblo, ya que se hizo muy popular entre los trabajadores que llegaba a Ledesma.
El rumor de boca en boca fue potenciando a la Fernandica. Décadas atrás, fueron los trabajadores jerárquicos de una conocida fábrica de combustible nuclear, quien quedaron con la panza llena y el corazón contento al pasar por esta extraordinaria casa de comidas. La invitación está hecha, no dudes dónde comer cuando visites Salamanca.