El cuerpo es una máquina que se pone en funcionamiento cuando le damos alimento para consumir y absorber todos los nutrientes que contienen los alimentos que hemos ingerido. Cuando se ingieren grandes cantidades de comida, inconscientemente en el cuerpo se siente una sensación de pesadez y suele entrar mucho sueño, a veces incluso haciéndonos pasar mal esas horas posteriores de la comida, por culpa del sueño.
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El reloj biológico es el que marca este proceso. Existe una relación estrecha entre el sueño y la alimentación. Lo que comemos y cuándo lo hacemos, influye en la calidad del sueño. Si se duerme poco, aumenta la producción de ghrelina, la hormona que aumenta el apetito. En esta condición, bajan los niveles de la hormona leptina, la cual disminuye el apetito e incrementa el sueño. Por otra parte, las hormonas orexinas que participan de la vigilia disminuyen sus valores después de comer.
Para entender bien la aparición del cansancio después de comer, hay que tener en cuenta los relojes biológicos: cuándo se come, lo que se come, y los componentes que llevan, ya que pueden afectar en más o menos medida a dicha aparición del cansancio.
El cuándo se come es importante porque el cerebro coordina con los órganos digestivos. Durante la noche, el cuerpo se concentra en procesar los alimentos ingeridos de manera muy lenta para convertirlos en grasas. El cuerpo de noche, produce leptina, que disminuye el hambre y favorece el sueño. En el ser humano, hay 2 momentos de somnolencia durante las 24 horas del día: por la noche y unas 8 horas desde haberse despertado (coincide con las horas de la siesta).
Lo que se come es otro de los factores puesto que comidas copiosas en carbohidratos o azúcares se asocian a una sensación de cansancio. Los expertos han descubierto que, el cansancio y la somnolencia después de comer carbohidratos se relaciona a la disminución en los niveles de las orexinas. Estas hormonas mantienen el cuerpo despierto y en alerta. Hay alimentos que producen más sueño que otros.