Para consumir la lechuga e incorporar todos sus nutrientes, lo ideal es hacerlo en su forma fresca, por eso siempre es recomendable comprar frutas y verduras de proximidad, que tengan pocos días desde su cosecha. En el caso particular de este vegetal, el tiempo de duración en el que se pueden aprovechar sus propiedades es de siete días como mucho.
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Los siete días que pueden pasar desde que se compra la lechuga hasta que se consume, se deben a su elevado porcentaje de agua. Las hojas de esta planta no se pueden congelar como tales porque se forman cristales de hielo dentro de las paredes celulares que hacen que se terminen rompiendo. De esta forma, el alimento cambia de sabor y textura.
Pero existe un truco para congelar la lechuga sin que pierda sus propiedades. Para eso primero hay que lavar bien las hojas para quitar todo resto de tierra o microorganismos, eliminar las dañadas o marchitas y luego secarlas bien. El paso siguiente será colocar las unidades en el vaso de una batidora.
Con las hojas de lechuga secas dentro del vaso de la batidora, el paso siguiente es batir a máxima potencia para obtener una mezcla líquida pero algo espesa. El resultado obtenido se debe verter en una cubitera y luego hay que llevar al congelador. Este alimento congelado podrá estar en ese estado hasta por nueve meses, luego las propiedades no serán las mismas.
Esta forma de congelar la lechuga es ideal para luego utilizar en preparaciones nutritivas como batidos, que pueden ser elaborados con espinacas, yogur, manzana, plátano o apio, entre otros alimentos. Pero este truco también servirá para hacer sopas o cremas de forma rápida, combinando con zanahorias, cebolla o patatas. La imaginación y los gustos personales no tienes límites.