La carne picada es un alimento que se puede encontrar en cualquier supermercado o carnicería. Es un producto que te puede salvar cualquier día que no tengas comida lista, idóneo para hacer salsa para una pasta y empleado en miles de recetas más.
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Es muy fácil identificar la carne picada a simple vista, pero existen variedades de carne poicada y cada una según los tipos de carnes que se hayan mezclado en su elaboración, tendrán unos efectos u otros, positivos o negativos, que su consumo puede provocar en la salud.
Existen tres variedades de carne picada que en el mercado que se pueden consumir por el ser humano, tienen un precio más o menos similar, rondan los 6 ó 7 euros los 620 gramos de carne. El kilo de carne picada, ronda los 10 u 11 euros, aunque siempre se pueden encontrar más ofertas.
Carne picada o vacuno, carne picada de cerdo y carne picada mixta (cerdo y vacuno). Normalmente se trata de una pieza fresca pasada por la máquina de trocear. Estas se suelen vender en bandejas y el porcentaje de grasa está prohibido que supere el 20% y la relación colágeno proteína el 15%. Pero hay que tener en cuenta que el preparado de carne picada suele ser de menor calidad, porque según explican en Provacuno, la organización interprofesional de la carne vacuna, la “carne fresca troceada, a la que se añaden productos alimenticios, condimentos o aditivos, o que se somete a transformaciones que no alteran la estructura de la fibra muscular y, por lo tanto, no eliminan las características de la carne fresca”.
A la carne picada se le suelen añadir productos como cereales, sal o especias, para mejorar en cierta medida los sabores y las calidades de dicha carne. Siempre hay que leer bien las etiquetas para ver qué aditivos lleva la carne.
En su momento la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) recomendó que es preferible no adquirir este tipo de productos en las bandejas. Porque, además de carne, estas suelen tener: sulfitos, almidones, fibras, colorantes o conservantes, entre otros.