El parásito anisakis afecta a peces y algunos mamíferos marinos y llega a los seres humanos a través de la ingesta, generalmente, de pescado crudo. Las larvas producen daños en el aparato digestivo provocando una reacción alérgica. Veamos cómo se puede detectar esta enfermedad y de qué forma podemos evitar contraerla.
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La enfermedad que desencadena el anisakis se denomina anisakiasis se detecta a través del registro de inmunoglobunas contra antígenos, mientras que la verificación de la presencia de larvas del parásito se realiza a través de la identificación de éstas en heces, vómitos o el tracto intestinal.
Las lavaras del parásito anisakis pueden provocar daños en el aparto digestivo, en el intestino delgado y en el estómago. El organismo responde de forma enérgica y exagerada contra los productos metabólicos que generan las larvas debido a que se trata de alérgenos daniños. Los síntomas de esta enfermedad suelen aparecer con rapidez, en las primeras 12 horas tras la ingesta del alimento afectado y el síntoma más claro es un fuerte dolor localizado en el abdomen, a la vez que aparecen náuseas y vómitos.
La clave para no sufrir las molestias que causa en nuestro organismo una enfermedad como esta se encuentra en la higiene y cocción correcta de este tipo de alimentos. Por ello, no se aconseja el consumo de pescado crudo y si, de todas formas se prefiere consumir platos como el sushi, tatakis o carpachos, será fundamental la previa congelación del pescado a 20 grados bajo cero al menos durante un día. Por otro lado, si el pescado se cocina a más de 60 grados nos aseguraremos de matar el parásito y no correr ningún riesgo.
Si bien el anisakis está presente en diferentes especies de pescados existen determinados tipos más propensos a albergar este parásito que otros. Así, la Agencia Catalana de Seguridad Alimentaria han determinado que el pescado con mayor probabilidad de anisakis es la merluza, seguida de la caballa, el jurel y la bacaladilla.