Es muy importante saber que sucede cuando nos tragamos un chicle y por ende, los efectos que producen en el sistema digestivo. Lo que debemos tener en claro, es que la goma de mascar nunca se diseñó para ser ingerida. El chicle es una golosina que se creó en 1860 y que, en proporciones adecuadas, es beneficiosa para la salud ya que reduce la ansiedad, evita las caries y aumenta el rendimiento intelectual.
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Muchas personas, en alguna ocasión, ya sea accidentalmente o de manera voluntaria, lo ha ingerido y también hemos escuchado muchas veces que si te tragas un chicle el cuerpo lo 'poseerá' en el organismo durante décadas. Nada más lejos de la realidad. Científicos de la American Chemical Society han explicado que tragar goma de mascar no es mucho más nociva que lo que pueden ser determinados alimentos.
Cuando tragamos el chicle, este hace el mismo recorrido por el cuerpo que cualquier otro alimento. Después de la masticación, pasa al estómago, donde se mezcla con los jugos gástricos y son las enzimas las que se encargan de descomponer el alimento para sacar de él todos los nutrientes.
Evidentemente, al tragar la goma de mascar no se saca nada, pero no por ello el chicle se queda adherido a las paredes del estómago, directamente pasa a la última fase del proceso por la que el cuerpo lo elimina por vía rectal pasados unos días.
Como vemos, tragarse un chicle no va a ser un problema para un adulto. Eso sí, es algo distinto cuando se trata de un menor. El principal problema que puede aparecer es cuando la goma de mascar obstruye la garganta. En ese caso el atragantamiento es el verdadero problema y habrá que estar alerta para eliminar el tapón y que no se produzcan problemas mayores. Si se expulsa por la boca, problema resuelto, pero si finalmente se ingiere y cae al estómago, el chicle seguirá el curso natural de cualquier alimento, siendo eliminado a los pocos días.