Nos encontramos en un escenario que hace décadas no vivía España, con la inflación rozando este pasado mes de marzo casi el 10%. En este contexto, el ahorro en general y en la cocina particularmente se vuelve casi imprescindible. Por ello, repasamos los usos de uno de los alimentos básicos en nuestra dieta: los aceites.
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En España el aceite de girasol era, hasta hace unas semanas cuando estalló la guerra en Ucrania y su precio se disparó, la opción más económica y que nos permitía cierto ahorro a la hora de realizar la compra. Sus usos se limitan a la fritura de ciertos alimentos o la elaboración de bollería. Sin embargo, no debemos de olvidar que si queremos cuadrar la ecuación economía y salud, esta siempre será una de las últimas opciones en aceites para nuestra dieta.
Existen diferentes tipos de aceites de girasol, que probablemente vuelva a su precio más económico algún día. Si optamos por este tipo de alimentos debemos elegir aquellos que sean de alto contenido oleico, por ser mas saludables. No obstante, los expertos indican que las diferencias entre los aceites de girasol son casi imperceptibles y se puede considerar este tipo de alimentos como procesados, debido al número de transformaciones físicas y químicas que atraviesa antes de llegar a nuestra mesa.
Con los precios actuales y la situación geográfica que tenemos deberíamos decantarnos por otros aceites de mayor calidad. Pero veamos ante un sustituto para el aceite de girasol: el aceite de orujo de oliva. Está hecho a partir de la piel, hueso y pulpa de las aceitunas restantes tras el proceso de extracción del aceite de oliva virgen extra. Este aceite también se puede considerar como un tipo de alimentos procesados. Algo similar ocurre con el aceite de oliva, producto del zumo de aceitunas que con frecuencia no son de muy buena calidad. Posteriormente se le incorpora una pequeña cantidad de aceite de oliva virgen o virgen extra para dotarlo de sabor y color.
Los especialistas en la materia indican que al final y al cabo los aceites que vale la pena considerar en nuestra dieta son el de oliva virgen y oliva virgen extra. Estos aceites no se consideran alimentos procesados, dado que el respeto a la aceituna es máximo y aguantan mejor las altas temperaturas. A la hora de generar ahorro con respecto a los aceites, los expertos indican que nuestro consumo se debe reducir, ya que no es necesario su consumo en exceso, utilizar el aceite de oliva virgen o virgen para cocinar y el virgen extra para alimentos en crudo.