Poca gente puede vivir sin pan. Aunque queramos reducir su consumo a lo largo del día es uno de los alimentos básicos en nuestra dieta. Con el objetivo de restar calorías al cómputo de la jornada cometemos un acto casi de forma automática: eliminar la miga y nos decimos “vale, así engordará menos”. ¿Esto realmente es así? ¿Engorda menos la miga que la corteza del pan? Sigue leyendo que te lo contamos.
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Dejemos claro para empezar que lo que más calorías aporta a nuestro organismo es lo que metemos entre pan y pan: embutidos, queso, carne o nocilla. No obstante, si comemos solo pan, lo cierto es que una parte de este alimento efectivamente aporta más calorías que otro.
La clave está en el agua. La miga de pan contiene más agua que la corteza, por los que la concentración de harina es menor en la molla que la parte exterior del pan. Por lo tanto, es la miga de este tipo de alimentos la que aporta menos calorías. Dicho esto, es lógico que a la hora de comer un bocadillo o simplemente pan retiremos la miga. Siempre vamos a ingerir más calorías si consumimos el pan entero.
En una dieta equilibrada, acompañada de cierto ejercicio físico, los expertos aconsejan el consumo de 200 a 300 gramos de pan al día. Así, si racionamos la cantidad de pan que comemos en cada jornada podemos aprovechar los beneficios que nos aporta este alimento sin aumentar las colorías en nuestro cuerpo y subir demasiado de peso.
Entre otros efectos positivos para nuestro organismo, el pan aporta energía y evita el estreñimiento dado su alto contenido de fibra. Además, entre los minerales presentes en pan se encuentran el ácido fólico, potasio, hierro, magnesio y las vitaminas B6 y B2. Siempre será más saludable la versión integral del pan, ya que su aportación de fibra y antioxidantes, entre otros beneficios, es mayor.