Las flores siempre la asociamos a nuestro jardín pero nunca a un plato de comida. Cuando compramos flores silvestres, es para darle un toque diferente a nuestro hogar pensado en mostrar alegría y belleza en el entorno. Pero definitivamente, no solo pueden servir para esos momentos.
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El agregar flores comestibles, nos invitan a ser creativos en la cocina y a utilizarlas como lo que son: una exquisitez. En las ensaladas, en las cremas de verdura, rellenos, en una macedonia, para decorar un trocito de tarta, en un cóctel de frutas. Son muchas sus posibilidades culinarias y deparan platos tan vistosos como deliciosos.
Una gran flor para agregarla a tu receta de comidas es la caléndula. Los pétalos tienen un sabor algo picante con aromas similares a la pimienta o al azafrán. Se añaden enteras a las ensaladas, dan aroma a sopas o postres y pueden rebozarse. Entre las propiedades de estas flores: confortan el espíritu, calman los dolores y fortalecen el corazón.
En segundo lugar, pueden hacer una receta con el clavel. Esta flor deja en el paladar un original sabor especiado, parecido a la pimienta y al clavo, que combina bien con la fruta. Utiliza solo los pétalos porque el centro blanco resulta un poco amargo.
Para finalizar, una gran flor que va muy bien en las recetas es la violeta. Esta flor dulce y mentolada se emplea tanto fresca como seca. Su uso más habitual es en repostería, para hacer confites, compotas, helados y bebidas. Contiene una sustancia llamada rutina, un fitoquímico antiinflamatorio que fortalece los capilares. El toque que le dará a tu plato es fantástico.