Quizá lo hayas visto en la carta del menú de algún restaurante o en las perfectas fotos de Instagram o bien en algún reto de Masterchef. Aunque no lo creas existen decenas de flores comestibles que pueden dotar de originalidad, sabor, color y hasta vitaminas nuestros alimentos. Te contamos cuáles son las flores que comemos con más regularidad.
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Dejemos de lado la albahaca o la menta, no llegamos a considerarlas flores, aunque lo son. Una de las flores comestibles más comunes es la rosa, ofrece un sabor que vira desde el dulce hasta lo picante y se suele utilizar para mermeladas, cremas, salsas, helados, postres y hasta carnes estofadas.
En España lo vemos menos, pero en México las flores de calabacín y calabaza, de tamaño considerable y color amarillo, se emplea tanto frita como rellena para sopas y quesadillas, entre otros platos. Entre las flores comestibles más habituales en la gastronomía también encontramos los pensamientos, de sabor agridulce su uso se dedica a decorar platos y alimentos dulces.
La caléndula también forma parte de este listado de flores que podemos considerar alimentos. Tiene un sabor picante y similar a la pimienta, podemos utilizarla como decoración por su intenso color naranja pero también es condimento de ensaladas y sopas. Por otro lado, el jazmín es usado de forma habitual para paltos de aves y en la coctelería, mientras que la lavanda se añade a alimentos como el arroz, el conejo o las aves.
Otra de las flores comestibles más comunes es aquella que probablemente hayas visto cientos de veces decorando jardines y terrazas. Las flores del geranio presentan sabores cítricos y afrontados y resultan perfectas para ensaladas, bebidas, postres o tan solo como alimentos de guarnición. Pero podemos nombrar muchas otras: la orquídea, la amapola, las violetas, capuchinas o el diente de león.