Tomar sopa es uno de los grandes placeres para muchos españoles mayores de 30 años. Esta gran comida nos hace acordar a cuando éramos pequeños y nuestras madres o abuelas nos servían este alimento antes de cualquier comida o en una cena liviana.
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La comida española es una de las más ricas, variadas y saludables del mundo. Tenemos una variedad gastronómica tan amplia que elegir el plato más rico de España es todo un reto. Pero hay una receta que nos apetece especialmente cuando llega el mal tiempo. No son otros que la sopa castellana y la sopa de ajo.
Es verdad que en muchas ocasiones nos referimos a la sopa castellana como sopa de ajo y viceversa, pero las recetas no son exactamente lo mismo. Aunque tienen rasgos en común y puede ser complicado diferenciar estos platos, también tienen muchas diferencias.
Estas grandes recetas de sopa, se hicieron muy famosas durante épocas de hambruna que llevó a los campesinos a mezclar en una olla pan duro con ajo, sal y pimentón. El resultado fue un plato que ha sabido sobrevivir al paso del tiempo, y en la actualidad es uno de los principales emblemas de la gastronomía española.
En lo que respecta a la diferencia entre las recetas de sopa castellana y la sopa de ajo, es mínima. El caldo de la castellana es más acuoso. Mientras, el caldo de la de ajo es más denso porque se deja más tiempo reposar, de forma que el pan absorbe todo el caldo. La sopa castellana, en su origen se elaboraba con ingredientes muy básicos y humildes: pan duro, ajos, un poco de aceite o grasa, pimentón y agua. A medida que han ido pasando los años, aunque ha sabido mantener su esencia, se han ido añadiendo otros ingredientes para potenciar su sabor.