La leche de almendras es un producto muy valorado, principalmente, porque como otros frutos secos se caracteriza por ofrecer un completo aporte de minerales, entre los que destaca el zinc. Dicho micronutriente es esencial para garantizar el correcto funcionamiento del sistema inmune.
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Desde hace algunos años el consumo de leche de almendras se ha incrementado ya que resulta un buen sustituto de los lácteos, sobre todo para niños o personas que presentan intolerancia a la lactosa. Sin embargo los especialistas en nutrición advierten que más allá de sus beneficios no es un producto apta para todo el mundo.
En esa misma línea destacan que la leche de almendras no debería reemplazar a la leche materna la cual ha demostrado ser el mejor alimento para el niño hasta los 6 meses, y hasta los 2 años como complemento. La leche materna no debería ser sustituida por ningún otro alimento a menos que exista un motivo médico, como por ejemplo, las intolerancias a la lactosa la cuales deben ser correctamente diagnosticadas.
Las leches derivadas de frutos secos para niños, como la leche de almendras, es recomendable introducir en la dieta infantil luego del sexto mes de vida. Según estudios este tipo de leche podría servir para prevenir el desarrollo de alergias y para evitar el consumo de leche de vaca en paciente intolerantes o que desarrollan patologías autoinmunes en presencia de sus proteínas.
Por último, hay que tener especial cuidado en el tipo de producto que se utiliza ya que algunos tipos de leche de almendra cuentan con azúcares añadidos en su composición, lo que reduce el valor nutricional. Está claro que una ingesta regular de glúcidos simples condiciona de manera negativa la salud del niño.