Pregunta del millón ¿Por qué las botellas de vino siempre tienen cuello estrecho y alargado? Bueno, hay varias respuestas y en este artículo vamos a darte una buena explicación. Primero, vale aclarar que según los especialistas todos los elementos que forman la estructura de una botella de vino tienen su razón de ser.
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Uno de los elementos más llamativos y más representativos de la forma de las botellas de vino es su cuello. Es decir, la parte del recipiente que une la “boca” con los “hombros” del mismo. La típica que conocemos de vino tinto se llama Burdeos, y posee unos hombros pronunciados lo que permite que cuando la botella reposa en posición horizontal, los sedimentos queden allí depositados.
El otro tipo de botella muy popularizado es la Borgoña, la cual presenta hombros caídos y cuello y cuerpo más anchos. esta variedad se utiliza principalmente para vinos blancos como el Chardonnay y para tintos que no dejan sedimentos, como el Pinot Noir, entre otros.
Vamos al grano. El motivo de este diseño del cuello de la botella no es caprichoso sino que es para permitir la contracción y la expansión del volumen del vino, que puede provocarse debido a los cambios de temperatura. Dato aparte, es recomendable que el vino se conserve siempre dentro del rango de los 14 a los 16º centígrados.
Por otro lado, la experiencia con este tipo de envase ha demostrado que es conveniente que el vino mantenga un pequeño espacio entre el líquido y el tapón, que permita que el vino aumente un poco su tamaño sin que aumente también la presión a la que se le somete al vidrio. Ello podría provocar que la botella se rompiese.