A medida que la fruta va madurando, se va acentuando su sabor dulce y su consistencia va tornándose un poco más blanda. Frente a esta situación, una de las dudas más recurrentes es si engorda más en este estado o si hace mal comer este tipo de alimento de ese modo. La respuesta está lejos de ser decepcionante.
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La fruta se siente mucho más dulce porque pasa por un proceso de cambio de su calidad nutricional. Cuando este tipo de alimento está inmaduro tiene una cantidad significativa de almidón resistente, azúcares complejos e hidratos de carbono que son mucho más saciantes, por lo tanto, son ricos en fibra y la liberación de energía en el cuerpo es más lenta. Esto beneficia por completo al intestino.
Pero cuando la fruta va madurando se produce un cambio significativo: los almidones complejos se transforman en azúcares simples y aquí radica su sabor mucho más dulce, incluso su aroma más intenso. Es por eso que hay que consumir estos alimentos en el punto justo y “medio” entre estos dos estados, cuando la fibra es mucho más fácil de digerir y sus nutrientes están en su pico alto.
Lo que sucede en el cuerpo no es más que una ingesta e incorporación de pocos nutrientes en comparación con el consumo del alimento en un estado óptimo de maduración. Si comes las frutas muy maduras, estarás incorporando menos fibra, más hidratos de carbono simples y más azúcares de rápida absorción. Esto se traduce en un organismo que digiere más rápido, con efecto menos saciante y con menor aporte de energía.
Respecto a si engorda más la fruta madura, es muy mínima la diferencia de calorías con su estado más óptimo de consumo. Lo que varía significativamente es su calidad nutricional y eso es todo lo que debería motivarnos a comprar y comer productos frescos de temporada. Cabe mencionar que los frutos como el melón piel de sapo y los cítricos, no maduran luego de ser extraídos de sus plantas (son no climatéricas). En tanto las manzanas, tomates, plátanos o el aguacate, sí maduran con el paso del tiempo, por eso es necesario consumirlas en el menor tiempo posible desde su recolección (son climatéricos).