Para nadie es novedad que el cambio climático ha acelerado el aumento de las temperaturas y las sequías en algunas regiones del mundo. Una de las consecuencias inevitables de este fenómeno, que cada vez se agrava, está en el rubro de los cultivos de frutas y verduras. Por lo tanto, esto repercute directamente en nuestra alimentación.
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Si ya está instaurada la problemática que se vive en el sector del aceite de oliva, ahora se suma la de algunas frutas como las peras, manzanas y naranjas. Al consumir estos alimentos tan nutritivos esta temporada, notarás que presentan una marcada reducción de su tamaño: noticia muy triste para los amantes de los frutos jugos, con pulpa y pepita.
El motivo de esta reducción en el tamaño que notarás de estas frutas no es otro que el cambio climático, la ola de calor histórica y la falta de agua que ha azotado a muchos cultivos de España (y del resto del mundo). Pero frente al panorama negro que se presenta, se puede rescatar un aspecto positivo que seguro alegrará a los que aman las naranjas, peras y manzanas: no se ha modificado la calidad ni el sabor.
Esto significa que estas frutas, a pesar de cosecharse en un tamaño más chico, no perderán su calidad nutricional, según información proveniente de la Federación Española de Asociaciones de Productores Exportadores de Frutas y Hortalizas (FEPEX). La entidad ha llamado al “entendimiento” por parte de los consumidores respecto de una posible suba del precio por las condiciones desfavorables mencionadas.
Los árboles de manzana, pera y naranja han sufrido esta temporada bajas en los niveles de suministro de agua (producto de las sequías) y la fuerte incidencia del sol, el calor y las altas temperaturas. La situación “ha provocado una disminución en los calibres de los frutos", mencionaron desde FEPEX. Lo que sucede es que la planta prioriza su supervivencia en detrimento de su crecimiento y, por lo tanto, se ven frutas más pequeños.