El consumo de pescado es algo que no debe faltar en una dieta omnívora saludable. Este alimento proporciona nutrientes esenciales al cuerpo como grasas saludables Omega 3 y vitaminas A, D, E y del grupo B. Pero además, este producto del mar contiene minerales como yodo, potasio, magnesio, calcio, hierro y fósforo, entre otros.
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Si bien comer pescado es saludable en el marco de una plan equilibrado que incluya todos los grupos de alimentos y nutrientes, hay especies que pueden terminar siendo perjudiciales para nuestro organismo por la presencia de un metal contaminante: el mercurio. Este elemento es ingerido por los peces que luego terminan en nuestra mesa.
El consumo de pescado es una de las vías por las cuáles estamos más expuestos a intoxicarnos con mercurio. Es este tipo de alimento y los mariscos contaminados, son los que pueden producir efectos perjudiciales en nuestra salud, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) menciona principalmente como población de riesgo a los lactantes, las embarazadas y los niños menores de 10 años.
Lo que ocurre al ingerir mercurio es que nuestro cuerpo elimina los metales de forma muy lenta y lo que se produce es una acumulación en los riñones, cerebro e hígado. Es por eso que resulta crucial no comer esta sustancia durante la gestación de un bebé o en sus primeros años de vida, donde el desarrollo de las funciones cerebrales es fundamental.
Lo que la AESAN recomienda es ingerir pescados como el boquerón, salmón, anchoas, merluza, sardinas, bacalao, lenguado, lubina o chipirón, que presentan menos probabilidades de contaminar con su ingesta a las personas. Y moderar el consumo de especies que presentan más cantidades de mercurio como el atún rojo, el emperador, el pez espada y el lucio, con cantidades máximas de 120 gramos al mes.