Los países subdesarrollados no tienen los mismos privilegios que los del primer mundo, y la verdad que se trata de algo injusto que muchas personas intentan remediar. En los países desarrollados uno puede abrir un grifo y dejar el agua correr, o tirar de la cadena del inodoro sin preguntarse si se está malgastando demasiada agua.
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Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y UNICEF, en todo el mundo hay 2.100 millones de personas que no tienen agua en sus hogares. Desde hace mucho tiempo, se busca la manera de remediar las medidas insalubres que tienen en los países subdesarrollados. Por algo es el sexto Objetivo de Desarrollo Sostenible de la ONU, “Agua limpia y saneamiento”.
Como es el caso de Archie Read, un alumno de 21 años, que se encuentra estudiando su tercer año de Arquitectura en la Universidad de Dundee (Escocia), donde ha estado un par de años realizando prácticas en una empresa de saneamiento de África. En sus viajes a las zonas más pobres de los países subdesarrollados, se dio cuenta de que era necesario proporcionar inodoros sin agua para este tipo de zonas y saneamiento portátil para la celebración de eventos de alto nivel. Es por eso que se centró en desarrollar su proyecto, bautizado como Sandi.
Sandi es un inodoro lo suficientemente barato para poder fabricarse en las zonas donde se necesitan. Tiene capacidad de tratar los excrementos y la orina de un hogar compuesto por siete adultos durante dos días o tres kilos de residuos sólidos y 30 litros de residuos líquidos en total. Pero en vez de agua, se usa con arena, por lo que el mecanismo cambia por completo, es la arena la que empuja toda la suciedad hacia la trampilla que recorre el depósito de abajo.
Este inodoro pensado para los países subdesarrollados ha sido un invento que se esperaba con mucha urgencia y parece que, por primera vez, parece una realidad para conseguir llevar un sistema de saneamiento económico y sostenible.