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La carencia de esta vitamina puede poner en riesgo la salud de las embarazadas

Una dieta balanceada y nutritiva es pieza fundamental de la salud de la madre y el hijo por nacer.

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El estado de embarazo supone una dosis extra de nutrientes esenciales como las vitaminas para garantizar la óptima formación y crecimiento del feto. Tanto para la madre como para el hijo, es necesario una adecuada alimentación que garantice su salud e inmunidad frente a problemas de gestación o enfermedades. 

Una de las vitaminas tan importantes en el desarrollo del bebé y en la salud de la embarazada es la de tipo D. La carencia de este nutriente puede traer graves problemas en la gestación. Masa ósea más débil y riesgo de hipertensión y diabetes, son unos de los efectos que puede tener la falta de esta sustancia, según la Federación de Asociaciones de Matronas de España (FAME).

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El consumo de vitamina D es crucial para el óptimo desarrollo y formación de los dientes y huesos del bebé, pero también para el sistema inmune de la madre. Además, este nutriente incide directamente en la absorción de calcio y fósforo a nivel intestinal. Por eso resulta fundamental cumplir con una dosis adecuada de este compuesto tan importante, ya sea de forma natural o a través de suplementos. 

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La carencia de esta vitamina aumenta el riesgo de preeclampsia o de tener un parto antes de tiempo, por lo tanto nacerá un bebé prematuro, con bajo peso, que requerirá más cuidados intensivos y observación en los primeros días de vida. Es de vital importancia para la embarazada consumir este nutriente a lo largo de su periodo de gestación. 

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Incorporar la vitamina D puede hacerse a través de pequeñas exposiciones al sol controladas y de la ingesta de alimentos como la caballa, sardinas, huevos, carnes magras, aceite de hígado de bacalao, lácteos, setas, naranjas y aguacate, entre otros.