El perfume es una seña de identidad, una huella que se huele, que define quién eres. Por eso la elección de una fragancia que nos identifique, que se mimetice con nuestro olor corporal, es tan difícil de llevar a cabo.
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Además, hay que tener en cuenta que, cada año, salen al mercado cientos de fragancias en una franja de precios muy amplia. Elegir entre tanta variedad no es fácil, y a veces entran dudas de si merece la pena pagar 100 euros, 200 o más por un perfume, cuando es posible encontrar algunas versiones por 20 euros e incluso menos.
Saber cuáles son las diferencias entre un perfume de lujo y otro más barato, es la manera de facilitar la decisión. La principal diferencia es, sin duda, la calidad de las materias primas. En los perfumes caros, se emplean materias primas naturales, de cultivo ecológico y cosecha más exclusivas que se mezclan en un laboratorio con procesos muy costosos. Mientras que una fragancia barata, se usan composiciones a base de productos más sencillos de obtener, con el objetivo de buscar rentabilidad.
Por otro lado, los perfumes de lujo se diferencian de los perfumes más económicos, en la libertad creativa del perfumista. Esto quiere decir que, en una nueva versión de una marca importante y de alto precio, el perfumista puede incluir cualquier concentración de las materias primas, ya que están dirigidas a un público que acepta más el riesgo. Mientras que, en los que se fabrican al por mayor en el mercado cada año, se incluyen materias primas que son el ADN de la fragancia y controlan las cantidades porque son perfumes muy conocidos con una producción muy grande.
De igual modo, otra diferencia es que, los perfumes de lujo son, por lo general, unisex, porque, las materias primas las puede llevar cualquiera, no hay género. Las fragancias se desarrollan de forma diferente en la piel de quién las lleva, pero sin importar el género.