El gato negro es uno de los gatos que menos se adopta por su estrecha relación con las supersticiones de brujería y la mala suerte. Pero este felino tiene el mismo derecho a ser la mascota de alguien y con estas tres razones que te vamos a contar, seguro que te convencemos.
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Tener como mascota un gato negro es, para muchos, tener en casa un portador de la mala suerte. Esto se debe a que en el siglo XIV se les culpó de la aparición de la peste en Europa (aunque los verdaderos culpables fueron los roedores). Y posteriormente se les empezó a asociar con la brujería. Pero, por otro lado, en otras culturas simbolizan cosas positivas. En el antiguo Egipto se creía que todos los gatos protegían los hogares de los malos espíritus, pero los gatos negros en especial eran considerados sagrados.
Son gatos, da igual el color. Dejando de lado el color, no dejan de ser un gato más, exactamente igual que uno blanco, gris o multicolor. Sin embargo, la mayoría de las veces son los últimos en ser adoptados por los prejuicios ya citados. Hay que darles una oportunidad.
Personalidad muy fuerte. La personalidad de un gato se ve diferenciada por muchos factores, y el color no es uno de ellos. Se deben a su raza (los gatos persas, ragdoll o cartujo son más mansos que los europeos), su propia forma de ser y sus vivencias (en el caso de los gatos callejeros). Y una vez adoptados, su personalidad se irá descubriendo.
Exóticos y elegantes. Dejando de lado los perjuicios, los gatos negros son animales muy bonitos. Son más exóticos y tienen un porte elegante, como el de una pantera negra en miniatura. Además, su pelo negro suele ser muy brillante y hace destacar aún más el color de sus ojos.
Sin duda otro motivo por los que adoptar un gato negro es la baja tasa de adopción, porque estaremos haciendo una labor muy importante acogiendo en nuestro hogar a un gato que pertenece a un grupo aislado que no suele ser adoptado. Adoptar un gato negro es una decisión que no tiene nada que ver con la buena o mala suerte.