El color blanco es uno de los más usados por los fabricantes de neveras. Pero con el paso del tiempo, si no se limpia frecuentemente, el tono del artefacto suele tornarse amarillento. Esto se debe al roce permanente de la manija con las manos y a la acumulación de suciedad o grasa derivado de ello.
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A la hora de limpiar la puerta de una nevera hay que tener en cuenta que no todos los paños son aptos por el material del que estén hechos. Para el caso de este artefacto, el trapo ideal será el que no sea de tejido duro, ya que puede dañar las superficies. Lo óptimo es hacer una limpieza con un paño suave.
El primer paso para limpiar una nevera a fondo es comenzar por su interior y para esto se puede utilizar agua y jabón. Esto removerá grasa, la suciedad más pegada, restos de comida o las manchas más viejas. Cajones y estanterías del artefacto deben limpiarse por completo para garantizar la higiene en el guardado y conservación de los alimentos.
En el caso de que la suciedad no se quite totalmente con el procedimiento, se debe usar una mezcla de agua con bicarbonato de sodio. Para eso se debe aplicar en los espacios donde más difícil haya sido limpiar y dejar actuar unos minutos. Luego hay que retirar con un paño humedo hasta quitar toda la sustancia.
En cuanto al exterior del artefacto, para limpiar la puerta de una nevera blanca existe una mezcla perfecta para dejarla impecable y como nueva. Para eliminar el tono amarillo que puede haber adquirido con el uso y los años, primero se debe pasar un paño suave húmedo por la superficie. Luego hay que preparar en un recipiente un líquido que contenga: cuatro tazas de bicarbonato de sodio, media taza de lejía y un vaso de agua tibia. Con la ayuda de una esponja suave, hay que frotar la preparación por toda la puerta y dejar actuar por unos minutos. Finalmente, se debe retirar la sustancia con otro paño seco.