Los trapos de cocina, las fregonas y también los estropajos tienen una vida útil determinada que, muchas veces, pasamos por alto o simplemente olvidamos de revisar por la rutina misma del día a día. Pues bien, luego de un tiempo prudencial es necesario hacer una pausa y ponerse “manos a la obra”, para revisar ciertos aspectos de la limpieza.
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La higiene es uno de los principios fundamentales para poder mantener una salud plena en cualquier ámbito de la vida. Más aún cuando se trata de asear, cuidar y renovar muchos elementos que habitan nuestros espacios diarios como las cocinas, donde se requiere de limpieza y recambio específicos.
El tiempo de renovación que cada persona elija para actualizar los trastos, generalmente, es muy subjetivo. Mucho dependerá del uso que le solemos dar a la cocina, si la habitamos todos los días, si elegimos cocinar o comprar comidas ya listas para calentar. Lo que no es subjetivo es que los trapos deben ser renovados.
Es por eso que primando el sentido común, hay que darle un paneo general a cada uno de los elementos de limpieza que solemos utilizar, en especial los trapos de cocina, y así podremos saber cuál es el estado real de ellos. Observar si tienen manchas que pueden ser quitadas con un lavado, si los tejidos ya están deteriorados o si directamente ya están rotos y hay que tirarlos al cesto de la basura.
En el caso de los componentes textiles que usamos en la cocina, se recomienda tener especial cuidado con las bacterias y comprar artículos de calidad que tengan mayor durabilidad. Los trapos de microfibra se recomiendan por sobre los de algodón, por su resistencia, aunque si tocan la lejía pueden perder su calidad. La recomendación es hacer un correcto mantenimiento, tener más de un trapo para diferentes usos y así evitar que pierdan su vida útil.