Por estos días es muy común que en cada casa haya un repelente de insectos. Las temperaturas elevadas del comienzo del verano harán que las moscas proliferen más y se tornen molestas a la hora de comer y dejar comida en superficies de la cocina.
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Lo cierto es que, si bien son molestas e invasivas, hay una razón por la cual no se deben matar. Al hablar de moscas, uno puede hacerse idea de que son sucias y transmiten enfermedades, pero también cumplen una función muy importante en el mundo y en cada ecosistema.
La mosca es una especie que tiene la función de reciclar la materia orgánica en descomposición: cadáveres, verduras, frutas, pescados y otras carnes, por ejemplo. Su existencia es esencial para mantener el equilibrio ecológico del mundo, ya que de lo contrario se acumularía este material en grandes cantidades.
Este tipo de insecto tiene la particularidad de poder detectar a distancias grandes los animales muertos y alimentos muy maduros o en descomposición. Las moscas cumplen la función de reciclar y “regresar” esa energía al ambiente. De este modo, se ocupa en otras formas de vida. Esta especie, a comparación de otros animales, vive por un periodo de tiempo muy corto: aproximadamente un mes o 37 días.
En el periodo de vida de una mosca, la hembra puede dejar hasta mil huevos, de esta forma se garantiza una reproducción segura de la especie. Las moscas tienen otra función: polinizar las plantas. En definitiva, estos insectos son vitales en el ecosistema porque limpian residuos biológicos y la tierra termina obteniendo sustancias importantes (que sirven como fertilizante) en el proceso de descomposición en el que intervienen las moscas. Asi que si las ves por casa, mejor espantarlas y no terminar con ellas.