La mejor forma de aprovechar todos los beneficios que nos ofrecen alimentos como las sardinas es consumirlos en temporada. Comenzamos la época dorada de las sardinas, que va de mayo a agosto. Las altas temperaturas del mar en estos meses nos ofrecen un producto más grande y delicioso. Pero para conseguir unas sardinas asadas perfectas conviene seguir ciertos trucos. Apunto 5 consejos para que no queden blandas o resecas.
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No apostar por el producto fresco. Estamos en temporada de sardinas, con lo que no tenemos excusa para comprar un producto perfecto. Para cerciorarnos de que sean frescas debemos pedir aquellas que tengan bastantes escamas y los ojos brillantes. Además no tenemos que tardar demasiado en consumirlas, ya que la carne de este tipo de alimentos no es fuerte y suele reblandecerse a los pocos días.
En la elección de las sardinas también debemos recordar que no por ser más pequeñas tendrán más contenido graso. Los expertos recuerdan que son las más gruesas las que ofrecen un carne más tersa y acumulan más grasa. Por otro lado, una vez hechas las sardinas asadas conviene comerlas de inmediato con una gotas de limón, ya que de otra forma quedarán resecas.
Obsesionarnos con la higiene. Tanto si decidimos hacer sardinas asadas como en cualquier otra preparación con pasar un cuchillo por encima basta y retiramos las escamas con papel de cocina, salvo si hacemos las sardinas en espeto, caso en el que conservarán las escamas. Las vísceras, por otro lado, se quitarán una vez asadas.
Las brasas, algo lejos. Al hacer las sardinas asadas a las brasas conviene mantener una distancia de unos 20 centímetros entre los alimentos y el fuego para que no se quemen. Podemos utilizar una parrilla normal aunque lo más cómodo será optar por aquellas en forma de rejilla para darles la vuelta sin más inconveniente.