La primera película peruana estrenada en Netflix se llama “Hasta que nos volvamos a encontrar”. El film tiene una particular escena en torno a un método de preparación ancestral para la gastronomía andina: la huatia. Maxi Iglesias, uno de los protagonistas, prueba este plan en Cusco.
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Hablamos de la huatia, también conocida como, guatia o watiya, que en quechua se asocia al concepto “origen de la pachamanca”. Este método de preparación se remonta a una antigua tradición de fin de cosecha de los tubérculos de esa zona de altura en los Andes peruanos. Es un método de preparación que se realiza a los 3.500 o 4.000 metros sobre el nivel del mar.
La huatia es una especie de pequeño horno de barro improvisado. No se hace bajo la tierra con piedras calientes, como otras preparaciones ancestrales, como lo es la Pachamama, sino que se construye con trozos de tierra que mezclan barro y hierbas, una especie de adobe. Son los trozos que se sacan cuando comienza la cosecha de la patata, la oca o la mashua, distintos tipos de tubérculos originarios de la cultura culinaria andina.
Con los trozos de barro se forma una especie de pirámide que debe tener una entrada para ingresar los alimentos (generalmente superior). Como en esos lugares de altura es muy difícil conseguir leña, la huatia se calienta con los despojos secos que dejan los animales de la zona. Una vez que se ha calentado este “horno”, se introducen los alimentos y se les pone un mando de hierbas aromáticas. Luego, se cubre todo lana de oveja o de llama.
Esta celebración, que es la que se ve en “Hasta que nos volvamos a encontrar”, funciona como todo ritual, para rendir homenaje a la madre tierra y agradecer por sus bondades. En la huatia se cocinan estos productos de estación y se suele sumar alguna carne para que la preparación quede jugosa, como carne de cuy, de llama o de alpaca. Sin dudas, un ritual ancestral lleno de sentido para agradecer los por alimentos y, ¡por la vida!