Es muy probable que no haya cosa que genere más rabia que hacer algún pan o bizcocho y que no salga ni parecido a lo que debería salir. Porque de seguro es un fastidio que después de manchar cacharros, limpiar, recoger y tener el horno encendido un rato largo, lo que sale del horno no sea ni la mitad de lo que esperábamos. En algunas ocasiones la culpa del desastre en una receta es porque fallan las proporciones entre sus ingredientes o porque nuestra levadura no está en buen estado. Por este último motivo, es que hoy te enseñamos a saber si tu levadura está en un estado óptimo para su uso.
Te podría interesar
¿Cómo comprobar si la levadura está en buen estado?
Si hay unos ingredientes que son claves a la hora de realizar con éxito alguna que otra receta de panadería y repostería, esos son las levaduras (que se usan en panes, bollos, brioches, empanadas, pizzas) y los impulsores químicos (la mal llamada levadura Royal y el bicarbonato, cuyo uso más habitual es en bizcochos y magdalenas).
La levadura fresca, por su condición de fresca, ya sabemos que no dura demasiado, pero el resto, tendemos a pensar que duran toda la vida y esto no es cierto. Es más, muchas veces aunque no se haya vencido la fecha de consumo preferente, pueden haber perdido fuerza como para que la receta que vamos a preparar con ellas acabe en fracaso. También puede pasar lo contrario, que habiéndose superado la fecha, las condiciones de almacenamiento hayan sido muy buenas y siga en buen estado.
Levadura fresca y levadura seca de panadería
Ponemos en un vaso no demasiado grande unos 10 g de la levadura que queremos comprobar, añadimos media cucharada de azúcar y llenamos el vaso hasta la mitad de agua templada. Luego, removemos un poco para mezclar ligeramente y esperamos 10 minutos.
Si pasado este tiempo el agua está como lechosa, ha aumentado el nivel y la superficie se ha llenado de burbujas es que podemos utilizar la levadura sin miedo, aunque la fecha sea posterior a la de consumo preferente. Si no sucede nada, debemos tirarla y ahorrarnos el trabajo de hacer el pan o alguna que otra receta.