La levadura fresca es considerada la favorita entre los panaderos, pasteleros y los amantes de hacer sus propios panificados en casa. Debido a su alta calidad produce más gas y se logra una mejor esponjosidad de los productos, sin embargo, la levadura fresca dura mucho menos que su versión deshidratada, por lo que la mayoría de la gente piensa dos veces antes de comprarla.
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En este artículo te contamos sobre algunos nuevos métodos de conservación de la levadura, que como está compuesta por una serie de microorganismos que son los que aportan beneficios saludables para nuestro organismo, es de vital importancia garantizar su supervivencia.
El método más común de preservación de bacterias y levaduras es la liofilización, en la cual se deshidrata la biomasa de microorganismos después de congelarlos. Cuando se vuelven a hidratar, recuperan todas sus propiedades. La otra opción segura y más fácil de realizar es la congelación, ya que la levadura fresca puede conservarse en buenas condiciones a temperaturas por debajo de 0 grados centígrados. Esto le permite alcanzar una vida útil de 1 a 2 meses aunque es importante seguir una serie de pasos para asegurar de manera correcta su conservación.
En primer lugar hay que asegurarse de que la levadura se encuentre lo más fresca posible, así que al comprarla verifica la fecha de caducidad. Luego debes separarla en porciones pequeñas que puedas utilizar para cada preparación y a continuación envasarla en un recipiente especial para congelar alimentos con tapa.
Es recomendable también, para congelar la levadura fresca y evitar inconvenientes, colocar una etiqueta impermeable con la fecha de envasado, el nombre del producto y la fecha de vencimiento del paquete original antes de llevarlo al congelador.Ten en cuenta que una vez descongelada debe ser utilizada de inmediato.