Siempre se dice que, en repostería, hacer un buen postre es cuestión de seguir la receta paso a paso. En el caso de galletas, bizcochos y pasteles en general, la clave a la hora de llevar a cabo estas recetas está en el tamizado, hacerlo bien es importante para que el aire consiga dejar todas las elaboraciones bien esponjosas.
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El tamizado es una técnica de cocina que se emplea en repostería para que la harina quede más esponjosa, sin grumos y aireada. Con esta forma se crea espacio para que los demás componentes de la receta se mezclen bien entre las partículas de harina y puedan conseguir que los bizcochos sean más esponjosos y las tortitas más ligeras.
¿Cuándo hacer el tamizado en un bizcocho?
La harina que se emplea en los postres suele estar ya tamizada, es más, la harina comercial suele estar tamizada ya varias veces, pero lo ideal es que, al hacer la receta, sólo se tenga que tamizar una vez.
A la hora de medir la harina a tamizar, hay que hacerlo con mucho cuidado. Como se ha dicho, en repostería hay que seguir la receta al pie de la letra para que no haya errores. Por lo que, si en la receta requiere 3 tazas de harina tamizada, se debe tamizar previamente la harina en un cuenco aparte y luego medir la cantidad. Si la receta requiere 3 tazas de harina, hay que medir la harina primero y luego tamizarla.
Los utensilios que se emplean para tamizar son principalmente tres. Por un lado, un tamiz de harina, con este utensilio suele doler un poco la mano al terminar de tamizar, pero es muy sencillo de utilizar. En segundo lugar, está el colador de malla fina, siendo lo mejor, ya que además sirve para otros fines en la cocina. También existe la opción de utilizar papel de aluminio con agujeros pequeños y una taza. Todo para que los bizcochos y demás postres queden perfectos.