El consumo de agua diario es fundamental para la salud. Nuestro organismo necesita hidratarse, sobre todo en los meses de verano donde las temperaturas son muy elevadas y podemos sufrir golpes de calor u otras descompensaciones que nos impidan continuar con nuestras actividades.
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La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda ingerir entre 1,5 y 2 litros de agua al día para favorecer los procesos naturales de nuestro cuerpo y para mantener nuestra piel hidratada. El foco está en cuándo se debe beber este líquido tan fundamental y de qué forma. Muchos nutricionistas recomiendan consumirlo unos 30 minutos antes de las comidas para lograr un efecto saciante, si el objetivo es bajar de peso.
Pero realmente tampoco hace mal beber agua mientras comes. De hecho es recomendable por los profesionales de la salud, porque ayuda a digerir mejor los alimentos. Lo ideal siempre es dividir la ingesta antes mencionada a lo largo del día. Existe el mito de que consumir mucho líquido en las comidas principales nos puede perjudicar.
Al respecto de esto último, la doctora Deborah D. Proctor, integrante de la American Gastroenterological Association, expresó para el medio Washington Post que “el agua no interfiere en absoluto con la digestión”, haciendo referencia a beber mucha cantidad mientras comes. “Las enzimas se adhieren sólo a las partículas de comida”, afirmó.
En definitiva, no debes beber mucha cantidad de agua mientras comes si lo haces de forma rápida, sin control y sin pausa. Por eso es recomendable racionar los litros de forma saludable, a lo largo del día y en función de tus actividades, ya que si haces ejercicio, es posible que tu cuerpo te pida más hidratación. Ingerir este líquido de forma abrupta o excesiva mientras estás comiendo, solo provocará hinchazón, pesadez y hasta gases. Lo ideal es que incorpores entre dos y tres vasos de forma lenta y pausada.