Si hay un fruto que destaca al finalizar la primera y al comenzar el verano es la cereza. Debido a su sabor, color y a sus propiedades antioxidantes, la cereza es la fruta estrella en los meses más calurosos del año. Es el único fruto de hueso que debe recolectarse cuando ya está maduro, su cultivo se realiza desde finales de primavera hasta principios de verano, es decir, su tiempo de recolección es muy corto y dura escasos meses, en comparación con otros árboles frutales.
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Pero lo que realmente hace especial de la cereza es no es su corto tiempo de recolección en la temporada de verano, sino su dulce sabor acompañado de esa jugosa carne roja y todos los beneficios y nutrientes que le aporta a nuestra salud. Se sabe que deliciosa fruta regula los niveles de sangre, reduce el riesgo de diabetes, fortalece el sistema inmunológico, tiene un poder enorme de anti vejez y ayuda al cuidado de la piel.
La cereza es una fruta muy utilizada en la cocina se la puede ver en platos como tartas, jugos , confituras o en una deliciosa mermelada. Algunas de sus propiedades nutricionales que podemos destacar es que son diuréticas, depurativas y remineralizantes. Las cerezas tienen un alto contenido en potasio, fibra y distintas vitaminas (vitamina A, C y vitaminas del grupo B).
Además, contienen fósforo, magnesio y calcio. Las cerezas también son ricas en hidratos de carbono, azúcares simples, aunque su valor calórico es moderado en comparación con otras frutas. Aporta 60 Kcal por cada 100 gramos de fruta. El 85% de su composición es agua, por ello se considera una fruta diurética y depurativa.
Por todo esto consumir cerezas durante los días más cálidos del verano es una excelente manera de incorporar fibra a nuestro cuerpo, y a la vez, sumar otros beneficios como mejorar el tránsito intestinal. Y si quieres sumarle más frescura las puedes guardar en un bol en tu refrigerador, esto también ayudará a que la fruta se conserve por más tiempo.