Con los albaricoques es fácil dejarse llevar ya que son una fruta extremadamente sabrosa. Por ende, compramos de más y terminamos con demasiada fruta en casa. Si además tienes la suerte de tener conocidos con árboles que te regalan kilos esta pequeña delicia, saber cómo conservarlos correctamente se vuelve una necesidad vital. Dejar que se echen a perder no es una opción.
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Ahora te vamos a dar consejos para conservar los albaricoques en casa sin morir en el intento. Obviamente nosotros no disponemos de almacenes o cámaras donde controlar la humedad, la cantidad de oxígeno y dióxido de carbono o la temperatura con precisión, pero sí podemos almacenar la fruta en función de su estado. Hay que organizarse un poco.
Para conservar correctamente, clasifica los albaricoques según su punto de maduración. No siempre encontraremos una maduración uniforme ni siquiera comprándolos en el mismo comercio, pues lo habitual es que se vaya renovando el género a lo largo del día. Deja los ejemplares más firmes y duros, algo verdes, a temperatura ambiente, y refrigera los que estén más tiernos y blanditos.
Conserva los albaricoques más verdes fuera de la nevera, en un frutero o cesto por el que circule aire, lejos de la luz solar directa y de fuentes de calor, preferiblemente sin amontonarlos en exceso y sin poner frutas más pesadas encima. Si quieres que maduren más rápido, colócalos junto a manzanas maduras, o guárdalos dentro de una bolsa de papel con una manzana u otra fruta climatérica que ya haya madurado.
Cuando los albaricoques estén ya en su punto, ligeramente blandos al tacto y aromáticos, guárdalos en el frigorífico para ralentizar la maduración y que aguanten más días sin estropearse. Colócalos en la zona menos fría de la nevera, preferiblemente en el cajón destinado a frutas y verduras, sobre una base conservante transpirable, bien separados de otros vegetales climatéricos que estén emitiendo etileno, y sin amontonarlos en exceso.