Las semillas de lino se han posicionado como un superalimento ya que son ricas en ácidos grasos esenciales omega-3, en vitamina E y otros antioxidantes, en vitaminas del grupo B y en minerales como potasio, zinc y hierro. Además aportan mucha fibra, lo que las convierte en un popular remedio contra el estreñimiento.
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Saber cómo consumir las semillas y tener ideas para incluirlas en nuestras recetas es el primer paso para aprovechar bien sus nutrientes y beneficiarnos de sus muchas propiedades. Es sabido que por más que consumamos un superalimento si lo hacemos mal, no aprovecharemos sus grandes contendidos.
Para aprovechar los beneficios conviene consumir a diario una cucharada sopera de estas semillas diminutas. En el mercado podemos encontrar semillas de lino dorado o marrón. Los dos tipos tienen las mismas propiedades nutricionales, pero las semillas doradas tienen el sabor un poquito más suave. Aparte del sabor, es solamente cuestión de aspecto: las semillas doradas y su harina quedan más bonitas en algunas recetas, sobre todo en masas y panes.
Las semillas de lino son difíciles de digerir y para asegurarnos de que nos beneficiamos de ellas conviene triturarlas antes de incorporarlas a las recetas. A la hora de cocinar estas son algunas ideas de lo que podemos hacer con las semillas de lino:
Espolvorear las semillas molidas sobre ensaladas, purés de verdura, verdura cocida, cereales de desayuno, añadirlas a gachas de avena, batidos o yogur. Sustituir hasta un cuarto de harina en masas de recetas tradicionales en galletas, magdalenas, bizcochos o panes con lino molido o preparar crackers, torittas, masas de pizza. La harina de lino aporta un sabor a nuez y añade humedad y textura. Utilizarlas molidas para sustituir a la grasa en las recetas: por cada cucharada de aceite, usa 3 cucharadas de lino molido.