Quienes sufren de enfermedades del corazón seguramente lo habrán oído y leído cientos de veces: existe un condimento que está prácticamente prohibido para ellos. Reducir el consumo de la sal, tanto la intrínseca de los alimentos como la añadida en la mesa, es la mejor prevención que podemos adoptar para no atravesar patologías que afecten al corazón.
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Un estudio de ANIBES, en coordinación con la Fundación Española de Nutrición establece que los españoles consumen una media de 5,1 gramos de sal al día, sin tener en cuenta la sal discrecional que se añade a las comidas. Este consumo supera la recomendación de la Organización Mundial de la Salud, que establece en 5 gramos la dosis máxima al día.
Debemos por tanto evitar o reducir los alimentos con alto contenido de sal pero también vigilar la cantidad de sodio que bebemos en el agua embotellada. El bajo consumo de sal previene enfermedades del corazón como la hipertensión, que sufre nada menos que el 22% de la población en España, infartos o accidentes cerovasculares.
Si bien existen otros favores de riesgo que incrementan las opciones de sufrir enfermedades del corazón, como el estrés, la obesidad, el tabaquismo, el sedentarismo o la diabetes, la prevención que está en nuestra mano es llevar una dieta equilibrada y sana y reducir por ejemplo el consumo de alimentos con altos niveles de sal.
Para conseguir este objetivo podemos llevar a cabo diferentes acciones que nos ayuden a reducir el consumo de sal y mejorar la salud de nuestro corazón. Por ejemplo, elegir una hidratación baja en sodio, sustituir la sal como condimento por limón, pimienta o ajo y evitar las salsas industriales. También podemos eliminar la sal al cocinar, optar por snacks sin sal añadida como los frutos secos y elegir en primer lugar alimentos frescos, frutas y verduras casi no aportan sal a nuestro organismo.