Odiado por muchísimas personas en el mundo, amado por otros millones de seguidores, el queso siempre ha sido un alimento que tiene sabores, texturas y aromas que destacan por encima de otros alimentos.
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Para determinar la calidad de un queso se deben tener en cuenta factores como el tipo de leche utilizada para elaborarlo, el tiempo de maduración, el sabor, la textura y la región donde fue producido. Esto da como resultado la Denominación de Origen Protegida en algunos casos.
El queso es un alimento saludable en consumo moderado, pero hay que reconocer que algunos tienen más grasas que otros y también varía su contenido de sal. El alimento aporta al organismo, además de un profundo placer por consumirlo, ácido fólico, proteínas, vitamina B y D y calcio. Los de elaboración artesanal siempre serán buenos probióticos, a diferencia de los procesados con aditivos que no aportan nada al cuerpo.
Si, además de consumir queso por puro placer, se quiere tener en cuenta que sea saludable y nutritivo, se puede elegir uno en base a el tipo de condiciones en las que vive el animal del cual se obtuvo el alimento, a través de su elaboración. También se tiene que tener en cuenta que los quesos provenientes de cabra y oveja son más saludables, ya que contienen 10% de caseína en comparación con los elaborados a partir de la vaca que tienen 80%. Esta proteína es la causante de posibles problemas digestivos.
Otro factor clave para elegir quesos más saludables es saber que si están más curados, más grasa tendrán. La explicación reside en el hecho de que utilizan más cantidad de leche porque en el proceso pierden bastante suero y provoca su compactación. Un queso como el parmesano tiene mayor porcentaje de grasa pero también es un alimento que tiene un alto contenido de proteínas y su nivel de lactosa es mínimo, por lo que se presenta ideal para intolerantes. Los quesos frescos tienen alto contenido proteico y menos sal, por lo que son otras opciones saludables, por ejemplo: queso feta, cottage, de Burgos, quark, ricotta y mozzarella.