La burrata este delicioso producto típico del sur de Italia, llegó a España para quedarse, lo vemos en la mayoría de las cartas de los restaurantes, pero hay un detalle con esta deliciosa preparación. No muchos saben darse cuenta cuando es una burrata bien preparada, con los ingredientes correctos y la cocción exacta. Te contamos en pocos pasos cómo puedes diferenciar una burrata buena de una que no lo es.
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Lo primero que debes hacer es leer los ingredientes de los que está compuesta, si entre ellos aparece el ácido cítrico, es seguro que se ha producido industrialmente, una burrata artesanal va a estar elaborada únicamente con leche, nata, fermentos lácticos, cuajo y sal, la diferencia apreciable entre un proceso de producción industrial y uno artesanal es que este último convierte a la burrata en un producto más digerible y con un sabor delicado y singular.
También es interesante que la nata no lleve conservantes, una vez en nuestra mesa, observa la parte exterior que debe verse redondeada, con forma de saco, no aplanada, una de las características que permiten conocer su frescura es la piel. Es muy buena señal que su color sea blanco, no amarillento, que brille y sea tersa y, por supuesto, que no tenga manchas o estrías.
Una vez abierta con el cuchillo, lo primero que debes fijarte es el espesor del saco, si es demasiado grueso, no guardará el debido equilibrio con su relleno cremoso. En el interior de la burrata está la stracciatella, esa deliciosa mezcla de tiras de mozzarella y nata que convierte este queso en una auténtica delicia, la stracciatella también debería ser armónica, es decir, que el interior de la burrata no esté compuesto prácticamente solo de nata.
Y la última prueba de fuego, es la cata, debe hacerse, en lo posible, uniendo en el mismo bocado el saco de queso externo y la stracciatella, la consistencia y sabor del queso, la cremosidad del relleno marcan ese maravilloso tándem que diferencia a una buena burrata, desconfía si solo se siente el gusto a nata, y en las que el queso que tenga sea tan poco que pase totalmente desapercibido. Un queso fresco, bien trabajado y con buenas materias primas tiene que tener sabor.