El flan es uno de los postres más sencillos de hacer, pero siempre pueden surgir problemas a la hora de prepararlo en casa. Por todos es sabido que, una receta de repostería hay que seguirla al pie de la letra, con las cantidades exactas y, tal cual se indica, puesto que una variación, puede arruinar el postre.
Conocer cuáles son los errores más comunes a la hora de hacer el flan casero, se queda líquido, se corta, no sabe bien del molde…, evitará que se repitan y se conseguirá así, un postre perfecto. A continuación, algunos de esos errores.
La cantidad de huevos
Si un flan queda líquido, tanto que parecen más unas natillas que un flan, comerlo es algo complicado, porque no sabe igual, y visualmente no es apetecible. Eso puede pasar porque se hayan puesto pocos huevos en la receta. Lo recomendable es que, por cada medio litro de leche que se emplee en la receta, se utilicen 5 huevos a temperatura ambiente. De este modo, sí o sí tendrán consistencia.
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El agua del baño maría
El flan, como mejor queda es, al baño maría. Esta técnica consiste en colocar los moldes del flan, dentro de una bandeja de horno con agua. Esta agua debe estar en contacto constante con el molde, si se evapora y el flan no esta hecho, habrá que añadir más agua, pro que esté caliente.
En este caso, es conveniente cubrir el flan con papel de aluminio para que el vapor entre en el molde y lo deje más líquido.
Cocerlo de más
El tiempo de cocción de un flan, es una de las partes más importantes y uno de los errores más comunes, se prepare como se prepare, al baño maría, horno, u olla exprés. Hay que dejarlo el tiempo justo y a la temperatura correcta para que no se evapore más rápido de lo necesario y quede seco.
Quemar el caramelo
El caramelo quemado es algo que no se puede ocultar. Cuando el caramelo de cualquier postre se quema, no hay nada que hacer, el sabor y el aspecto apetecible cambia y hay que empezar de cero la receta. Además, es una de las quemaduras más complicadas en la cocina porque tiene que alcanzar temperaturas muy altas.
Esperar a que se enfríe
Para poder comer un flan, sí o sí, tiene que estar frío. El sabor cambia mucho si se toma en caliente y, además, puede sentar hasta mal al estómago. Hay que esperar que el caramelo termine de fusionarse con el flan, de que tenga la consistencia y la forma que se quiere conseguir, antes de comerlo.