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No haya mejor que comer un postre y sintamos ese dulzor y veamos ese color miel característico del caramelo. Es súper fácil de hacer pero lo único que necesitamos es prestar atención y dedicarle tiempo para que no se queme el caramelo o se nos forme una bola que sea incomible.
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Para realizar un caramelo líquido necesitas:
- 200 g. de azúcar blanca
- 150 ml. de agua
- 4 cucharadas de agua aparte de los 150 ml
- 1 cucharada de zumo de limón recién exprimido
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Para preparar esta receta debes hacer lo siguiente:
- Ponemos a calentar los 150 ml de agua en un cazo.
- En otra sartén o cazo, añadimos el azúcar, las 4 cucharadas de agua y el zumo de limón, todo al fuego medio. Comenzará a elevarse la temperatura de la preparación. No hace falta que lo toques al principio, deja que se empiecen a formar burbujas.
- Cuando la preparación comience a tomar un color miel, presta atención para que no se te queme. Para que eso no pase baja la temperatura o incluso apaga el fuego y empieza a remover con una espátula que aguante temperaturas altas.
- Cuando el caramelo comience a tener un color un poco más oscuro, échale de a cucharadas el agua que habíamos dejado calentado en el otro cazo. Hazlo de a cucharadas bien lento. Mientras colocas el agua comienza a revolver de a poco para que se mezclen y se forme una preparación homogénea.
- Cuando ya esté listo la preparación déjala enfriar y ya está, tienes un caramelo riquísimo y echo en casa.
Para conservar la preparación ponlo en un recipiente que resista altas temperaturas o que sea de vidrio. Puedes guardarlo en la heladera hasta dos meses y en el momento que lo vayas a usar te recomendamos que lo saques y quede en temperatura ambiente. Así de simple y con tan pocos ingredientes tienes caramelo para tus postres.