Solemos considerar el vino como un ingrediente residual en las diferentes recetas que preparamos y lo cierto es que puede dotar de mayor sabor y textura un plato. No obstante conviene saber qué tipo de vinos debemos utilizar en cada caso a la hora de cocinar. Con este sencilla listado aprenderás a emplear correctamente estas bebidas.
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Como decíamos debemos desterrar la idea de escoger los vinos más baratos o de menor calidad son los idóneos para cocinar. La ecuación es simple, a mejor producto mejor resultado. Por ello, para para platos como sopas, cremas o estofados caben perfectamente los blancos afrutados como por ejemplo un albariño o verdejo, o bien tintos ligeros como garnacha o tempranillo sin crianza.
Los vinos dulces también sirven para cocinar, especialmente postres. El vino Oporto o Pedro Ximénez son perfectos para dulces como helados, siropes o que contengan frutos secos como nueces. Por otro lado, los llamados vinos oxidativos como los vinos de Jerez son perfectos para platos como salsas y sopas de pollo, cerdo, pescados y mariscos.
Ahora que conoces qué tipos de vinos utilizar en cada ocasión para cocinar, también es importante saber cómo emplearlos. En la cocina existen tres maneras de incorporar estas bebidas a nuestros platos: reducción, glace o marinado. Quizá la primera técnica es la más popular, el truco en este caso es muy sencillo, basta con cocinar a fuego lento la receta para atrapar y concentrar todo el sabor del caldo.
En segundo lugar, el glace se obtiene al verter un líquido frío en una sartén caliente, el resultado será una base gelatinosa que enriquecerá salsas o sopas. También podemos añadir el vino al guiso teniendo muy en cuenta los tiempos al cocinar. El último método es también ampliamente utilizado en diferentes tipos de cocinas internacionales. El tiempo aquí también es crucial y cada alimento necesita un tiempo de maridado distinto, teniendo en cuenta que el objetivo de esta técnica es ablandar las proteínas.